Un día me iré, dejaré tu presencia, tu aliento, encerrados en el vacío del quicio de mi puerta,
sintiendo la distancia que traspasa ahora por nuestra piel.
Me iré, y te dejaré un pedazo de mi mundo escrito en un papel, me llevaré en mi equipaje,
las ansias locas de volverte a ver, me iré, y no se si volveré.
Quizá vuelva a por tu mirada, a recoger las palabras que te dije alguna vez
o a aligerar el peso de tu alma y de tu amarga soledad.
Un día me iré y cuando te pidan una promesa con la única condición de quererte,
entonces sabrás si mereció la pena disfrutar de mis besos,
en aquellos segundos que le robábamos a la vida
y que existían sólo antes de cerrar tu puerta aún con la saliva en mis labios.
Un día me iré y dejaré de desahogar en ti todas las derrotas que me impuso la vida,
dejarán de sangrarme los nudillos de tanto llamar a las puertas de tu incertidumbre,
dejará de contar tu reloj todos los silencios que me gritabas ,
mientras tus labios envolvían de dicha cada recoveco de mi cuerpo.
Un día me iré y extirparé de mi alma el engendro de esta pasión,
arrancaré del cielo tus insuficientes caricias y haré añicos el espejo de esta huera ilusión,
me iré con mis zapatos nuevos, quizás escuches mis tacones al andar,
y escuches en alguna madrugada mi marchar.
Un día me iré, alguna vez, tal vez, me iré sin quedarme,
me iré como quien se va, arañando el intenso vacío de una espera,
con la convicción de que otros labios acarician tu alma,
basando tu felicidad en una costra de recuerdos.
Tu silencio hoy me dio la bienvenida pero también el adiós.
“GRACIAS por cada uno de tus segundos, de tus palabras, de tus abrazos, de tus silencios..”.