Te esperaré desnuda,
mientras mi cuerpo rechina de frío
y mis senos esperan el regreso de tu valle desierto.
Te esperaré desnuda,
enloqueciendo entre éstas sábanas solitarias,
de esta cama desierta y vacía.
Te esperaré desnuda,
que aún sigue vivo mi cuerpo,
que estas ganas aún arden en mi pecho,
que éstos besos extraviados,
aún siguen merodeando por tu espejo.
Te esperaré desnuda,
para que te enredes en mí como una serpentina,
tras éste velo en el que escondo la añoranza,
donde el alma se cobija,
en silencios preñados de nostalgia.