Ahora que el cenicero esta vacío,
y este ingrato cariño sin decirnos donde se nos ha ido .
Ahora que la piedra no esconde la mano
y este naufragio se hizo de tanta certidumbre.
Ahora que si tuve no me acuerdo
y ya ni Dios nos quita estas heridas de azufre.
Ahora que salta a la cuerda el amargo desgarro
y cabecea en vano lo ciego del intento.
Ahora que me cuentan y me lo creo
y esta historia se mofa de nosotros y de nuestro empeño.
Ahora que mi parte ha quedado dada vuelta
y la vida se recuesta sobre la cadera derecha de mi cuerpo
Ahora que ni mi presente vive de tu pasado
y secos están los labios que humedecían tu nombre.
Ahora que no respondes ni siquiera al apego,
que la exacta equidistancia que separa tu cuerpo del mío,
es el punto donde me aprieta el deseo más secreto.
Ahora que en la incógnita de aquel pretérito placer,
habita mi desespero.
Ahora que el otoño sabe lo que nos conviene,
ahora que él es más sabio que nosotros,
ahora que los cuerpos son cuerpos
y seguirán hirviendo indecorosos incluso en invierno…
Ahora que me deslizo por el tobogán de tu risa,
este otoño regresó de nuevo a ser tirano de mi cuerpo,
y me quedo con otra caída,
con la mirada baja y la esperanza escondida.