Quizás sólo me quede ya,
improvisarte a modo de disculpasun perdón de caramelo empañado de lluvias.
Un último intento gritando alto,
para no enterrar la cabeza bajo el lluvioso asfalto.
Esto es lo que se siente
cuando las tripas se hacen espuma
y los besos saben a esparto,
las noches inmensas,
los sueños en blanco,
de como me ando arrastrando
y perdiéndome bajo mis zapatos.
Que voy hablando sola y sin concierto
sin paréntesis ni pretextos,
estos huesos ya podridos de un fracaso,
el ascua que ya sólo purifica mis desechos
Disculpas por estos besos sin eco,
secos como una tumba,
por seguir recordando tus manos
que escondes para no tocarme,
del café de urgencia, del crujido de bisagras,
de esta cama fría, de sábanas blindadas.
Disculpas por las noches eternas
y las horas oceánicas,
esperando de tus labios ser nombrada.
Hoy tampoco estarás,
cuando empiece en mi almohada a clonarte,
cuando cierre los ojos y empiece a buscarte.
Disculpas por esta pasión maldita y ahogada,
que agoniza en una cama partida en dos por un desierto…
Un inmenso, frío y desolado desierto.
Disculpas si un día llegas y no estoy,
derrama entonces flores sobre mi alma,
revuelve tu cabello,
porque si un día mi voz está perdida
es que ya morí llorando tu recuerdo...